martes, 12 de junio de 2007

Las Ratas(fragmmento). Miguel Delibes









Con estas relaciones, el Viejo Rabino, al decir del Undécimo Mandamiento, se torció y dejó de frecuentar la iglesia. Don Zósimo, el Curón, que por entonces andaba de párroco en el pueblo, le decía: "Rabino, ¿por qué no vienes a misa?" El Viejo Rabino se encampanaba y respondía: "No hay Dios. Mi abuelo era un mono. Don Eustasio lo dice". Y cuando estalló la guerra, cinco muchachos de Torrecillórigo, capitaneados por el Baltasar, el del Quirico, se presentaron con los mosquetones prestos a la puerta de su casa. Era domingo y el Viejo Rabino apareció con su humilde traje de fiesta y sus zapatos apretados, y el Baltasar, el del Quirico, le empujó con el cañón del mosquetón y le dijo: "Ahora voy a enseñarte yo dónde deben pastar las cabras". El Viejo Rabino parpadeaba y sólo dijo: "¿Qué quieres?" Y el Baltasar, el del Quirico, dijo: "Que te vengas con nosotros". El Baltasar llevaba una cruz en el pecho y la Rabina miraba hacia ella como implorando, y luego miró para el Viejo Rabino, que, a su vez, se miraba a los pies calzados con zapatos, y dijo humildemente: "Aguarda un momento". Al regresar de la alcoba vestía el traje de pastor y calzaba las alpargatas de goma y dijo: "Hasta luego". Después le dijo a Baltasar: "Cuando quieras".
Al día siguiente, el Antoliano encontró el cadáver en las Revueltas y cuando se presentó con él en la casa, al Rabino Chico, que apenas era un muchacho, aunque con dos vértebras coxígeas de más, se le cerró la boca y no había manera de hacerle comer. Don Ursinos, el médico de Torrecillórigo, dijo que el mal era nervioso y que le pasaría. Y cuando le pasó, el Rabino Chico se llegó donde don Zósimo, el Curón, y le dijo: "¿No es la cruz la señal del cristiano, señor cura?" "Así es" --respondió el Curón. Y agregó el Rabino Chico: "¿ Y no dijo Cristo: Amaos los unos a los otros?" "Así es" --respondió el Curón. El Rabino Chico cabeceó levemente. Dijo: "Entonces, ¿por qué ese hombre de la cruz ha matado a mi padre?" La desbordada humanidad de don Zósimo, el Curón, parecía reducirse ante el problema. Se ajustó automáticamente el bonete antes de hablar: "Escucha --dijo al fin--, mi primo Paco Merino era párroco de Roldana, en el otro lado, hasta anteayer. ¿Y sabes cómo ha dejado de serlo" "No" --dijo el Rabino Chico. "Pues atiende --añadió e1 Curón--: le amarraron a un- poste, le cortaron la parte con un gillete y se la echaron a los gatos delante de él. ¿Qué te parece?" El Rabino Chico cabeceaba, pero dijo: "Los otros no son cristianos, señor Cura". Don Zósimo entrelazó los dedos y dijo pacientemente: "Mira, Chico, cuando a dos hermanos, sean cristianos o no, se les pone una venda en los ojos, pelean entre sí con más encarnizamiento que dos extraños". Y el Rabino Chico dijo por todo comentario: "¡Ah!"

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