La torre de Belem. A un par de kilómetros del Monasterio de los Jerónimos, se alza esta construcción que surgió como defensa en aguas del Tajo. De estilo Manuelino. Se comenzó a construir en 1514 dentro de una plan de defensas. Es gracioso pensar que con esas torres podían defender a nadie de algo, pero bueno, los cañoncitos que hay en las plantas son muy golosones. La torre se antoja pequeñita casi una maqueta, pero consta de cinco plantas. Subir las cinco plantas por esas escaleras escurridas y estrechas repletas de gente que se adhiere a las paredes como pulgas malditas hace la ascensión un acto expiatorio. Una vez en la terraza se toma aire y se respira unas veces para poder disfrutar de la vista en toda regla. Allá arriba hay una imagen de la Virgen de las Uvas.
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