Estábamos bebiendo cerveza, como todos los sábados, cuando en la puerta del "Río Bar" apareció Leonidas; de inmediato notamos en su cara que ocurría algo.
- ¿Qué pasa? - preguntó León.
Leonidas arrastró una silla y se sentó junto a nosotros.
- Me muero de sed.
Le serví un vaso hasta el borde y la espuma rebalsó sobre la mesa. Leonidas sopló lentamente y se quedó mirando, pensativo, cómo estallaban las burbujas. Luego bebió de un trago hasta la última gota.
- Justo va a pelear esta noche - dijo, con una voz rara.
Quedamos callados un momento. León bebió, Briceño encendió un cigarrillo.
- Me encargó que les avisara - agregó Leonidas. - Quiere que vayan.
Finalmente, Briceño preguntó:
- ¿Cómo fue?
- Se encontraron esta tarde en Catacaos. - Leonidas limpió su frente con la mano y fustigó el aire: unas gotas de sudor resbalaron de sus dedos al suelo. - Ya se imaginan lo demás...
- Bueno - dijo León. Si tenían que pelear, mejor que sea así, con todas las de ley. No hay que alterarse tampoco. Justo sabe lo que hace.
- Si - repitió Leonidas, con un aire ido.- Tal vez es mejor que sea así.
Espero que os haya dejado buen sabor de boca, y que lo aprovechéis entrando en el enlace para el resto de la lectura
sábado, 17 de marzo de 2007
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