Enclavada en el Atlántico, esta isla portuguesa te cautivará con sus montañas que descienden vertiginosamente hacia el mar, las casas blancas que se levantan en los caminos escarpados, el perfume de sus flores y sus salvajes acantilados entre los que se cobijan las gaviotas. Y todo, apenas a dos horas de vuelo.
El archipiélago de Madeira de origen volcánico posee una parte salvaje e inhóspita y otra en la que el paraíso subtropical aflora, con sus aromas, en cada rincón.
En las redes de su embrujo sucumbieron Sissi Emperatriz, Bernard Shaw, Hemingway y Winston Churchill.
Durante muchos años fue destino obligado de la aristocracia europea que construyó palacios con jardines de ensueño a los que llamó quintas.
El archipiélago de Madeira de origen volcánico posee una parte salvaje e inhóspita y otra en la que el paraíso subtropical aflora, con sus aromas, en cada rincón.
En las redes de su embrujo sucumbieron Sissi Emperatriz, Bernard Shaw, Hemingway y Winston Churchill.
Durante muchos años fue destino obligado de la aristocracia europea que construyó palacios con jardines de ensueño a los que llamó quintas.
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